La división horizontal (horizontal division of a residential building) consiste en un acto jurídico por el que se declara la división de un inmueble en diferentes fincas independientes e indivisibles.
El ejemplo más claro de división horizontal es un edificio. Tal y como indica la Ley de Propiedad Horizontal, cuando se divide la edificación de forma horizontal, nace el concepto de comunidad de propietarios.
Otro de los supuestos en los que se puede dividir un inmueble es cuando se dispone de una vivienda muy grande. Al realizar la partición en dos o más fincas independientes, cada una de ellas tendrá un precio más asequible, facilitando su compraventa.
Por ejemplo, puede realizarse una división horizontal de un edificio sobre el que se realiza una reforma integral; siempre y cuando exista unanimidad por parte de la comunidad de propietarios.
La cuestión es que cada una de las particiones resultantes de la división horizontal se encuentra inscrita en el Registro de la Propiedad y tiene su propia referencia catastral; además de una participación en la comunidad proporcional a su superficie.
Así pues, para llevar a cabo esta operación, es preciso que un notario realice las escrituras de división horizontal con el fin de poder inscribir las particiones independientes en el Registro de la Propiedad y en la Dirección General del Catastro.
Por último, cabe la pena señalar que la división horizontal no se corresponde con la segregación de la vivienda. Al segregar un inmueble se parcela en otras más pequeñas, pero se mantiene el registro y se crea uno nuevo para la parte segregada.
Mientras tanto, en la división horizontal, la finca se elimina del registro y nacen dos inmuebles completamente independientes.