Las olas de calor, las fuertes lluvias, el viento…o, simplemente, las ganas de estrenar una casa nueva aunque no cambiemos de ubicación pueden llevarnos a hacer una reforma. Ya que nos disponemos a cambiar aspectos de la vivienda podemos aprovechar para hacerla más eficiente y, de esta forma, ahorrar en las futuras facturas. Además, si nos focalizamos en ese objetivo podemos conseguir ayudas financieras para nuestro proyecto.
Gracias a los fondos europeos reformar la vivienda podrá desgravar en el IRPF siempre que el objetivo sea mejorar la sostenibilidad de la vivienda. Dicho de otra manera, se busca que las casas sean más eficientes energéticamente hablando algo que ayudará a los bolsillos de los ciudadanos.
Las deducciones del IRPF que ha planteado el Gobierno desgravarán hasta el 60% de las obras que sean necesarias para que una vivienda sea más sostenible. En un principio se establecerán tres tramos de deducciones: 20%, 40% y 60%. Se concederá una u otra en función de cuánto haya mejorado la vivienda en clave de eficiencia energética.
Si con la reforma deducimos mínimo un 7% el consumo de calefacción o refrigeración de la vivienda se nos desgravará un 20% en el IRPF. Esto podría conseguirse cambiando las ventanas por unas con mayor capacidad de aislamiento, por ejemplo.
La deducción del 40% podríamos conseguirla si disminuimos un 30% el consumo de energía primaria no renovable. Para ello habría que reformar las fachadas de tal forma que su aislante sea de mejor calidad. Para probar que se ha conseguido esa reducción habrá que presentar un certificado de eficiencia energética nuevo que, tras la reforma, tendrá una calificación mejor.
También podemos cambiar los electrodomésticos por otros que sean más eficientes. Si contamos con una lavadora o una nevera de categoría F podemos intentar cambiarlas por unas de categoría B o superior, por ejemplo.
La deducción del 60% en el IRPF se aplica en el caso de que se reforme un bloque con el objetivo de disminuir en un 30% su consumo de energía primaria no renovable. De esa forma dichas viviendas pasarían a tener un certificado de eficiencia energética A o B. Para ello debería mejorarse es aislamiento de todo el edificio, sustituyendo las ventanas, reformando la fachada, etc.
¿Qué opciones tenemos si lo reformamos con otro objetivo?
Si lo que buscamos es reformar una estancia de la casa, cambiar los muebles, etc. siempre podemos optar por echar mano de una hipoteca. En el caso de que ya tengamos una podemos solicitar una ampliación de capital, es decir, que el banco nos preste un poco más de dinero y, de esta forma, poder llevar a cabo la obra. También podemos aumentar el periodo de amortización del préstamo para que la cuota mensual de la hipoteca no suba demasiado.
Si no tenemos una hipoteca podemos solicitar una con ese propósito. Los bancos que la tienen pueden financiar hasta el 80% del proyecto y el plazo para devolver el dinero variará en función de la entidad. Dependiendo de nuestra solvencia (tipo de contrato, deudas, etc.) el banco decidirá si concedérnosla o no.
Como última opción, es decir, si la entidad no quiere concedernos la hipoteca, podemos pedir un préstamo con ese fin. Tendremos que revisar las condiciones para que la empresa prestamista no nos cobre un interés muy elevado.