Comprar una casa es la decisión financiera y familiar con más trascendencia para la mayoría de personas, por el importe de la inversión y por el riesgo de que vaya mal (que se maximiza si la compra se financia mediante un préstamo hipotecario). La reforma del hogar sería, desde luego, la segunda mayor inversión en el bienestar de la familia que uno decide acometer. En cierta manera, si la reforme se hace tiempo después de la compra, es una decisión más meditada y tomada con mayor información, ya que la persona conoce mucho mejor las necesidades y preferencias respecto a la casa.
Lo primero que debemos hacer es informarnos de los requisitos legales que toda reforma implica, ya que hay multitud de aspectos que influyen en este tipo de actuaciones. Por ejemplo, la edificabilidad de la zona; si ya hemos construido el máximo legal que el ayuntamiento ha marcado para la zona, no podríamos cerrar de forma permanente una terraza, por ejemplo. Igual de importante son los permisos, cuyo coste debemos tener en cuenta.
En cuanto a la ejecución de la obra, contratemos siempre empresas que cumplan estrictamente con la normativa y pidamos varios presupuestos, que hay mucha diferencia tanto en precio como en calidades a tener en cuenta.
¿Cómo financio la reforma de mi casa?
Tomaremos el supuesto de que el que reforma es el propietario de la casa; en el caso de reformas de casas de alquiler, además de tener el permiso del propietario, queda claro que la financiación hipotecaria no está al alcance del arrendatario.
Aparte de un préstamo de un familiar o amigo, opción que no deberíamos descartar pero sí instrumentar con un contrato que cumpla con los requisitos legales al respecto, hay dos vías de financiación de la reforma básicas:
- El préstamo personal.
- El préstamo hipotecario.
Veamos a continuación las ventajas y desventajas de cada opción y las ofertas que las entidades de crédito hacen para este tipo de créditos.
Mediante préstamo personal
Hay dos tipos de productos financieros de responsabilidad personal, los préstamos y los créditos. A nivel práctico, no hay diferencias apreciables, si bien su naturaleza es distinta: el préstamo es una cantidad de dinero que se devuelve mes a mes y el crédito permite, en teoría, volver a disponer del dinero amortizado si se necesita. A efectos prácticos ambos tipos de financiación se devuelven mediante cuotas mensuales, si bien de contratar un crédito personal vale la pena averiguar en qué casos podemos volver a disponer del dinero amortizado.
Si nos planteamos pedir un préstamo personal para reformar una casa que tenemos hipotecada y pagamos cada mes al banco, los números que tenemos que hacer para ver si podemos asumir dos cuotas son los siguientes:
- Sumamos nuestros ingresos netos. Por ejemplo, imaginemos el caso de una pareja que cobra 2.500 euros en total.
- Calculamos la cuota mensual que pagamos de la hipoteca. En el ejemplo, imaginemos que pagamos 500 euros. Este cálculo, para ser prudentes, deberíamos hacerlo no con la cuota actual, que será baja si tenemos como referencial el Euríbor, sino con un tipo de interés más alto, del 4 o 5%.
La cuota mensual del préstamo o crédito personal no debería superar una determinada cantidad, que se calcula de la siguiente forma:
- Cuota máxima del préstamo + cuota de la hipoteca < Ingresos netos * ratio de endeudamiento
Siendo el ratio de endeudamiento máximo recomendado entre el 30 y el 40% de los ingresos netos.
Así en el ejemplo:
2.500 * 0,30 = 750 euros.
Si restamos la cuota de la hipoteca, tendremos el importe máximo que podemos dedicar a pagar la cuota del préstamo:
750 - 500 = 250 euros. Esta es la mensualidad máxima que, siendo prudentes, deberíamos asumir.
La oferta de préstamos y créditos personales para la reforma del hogar se pueden analizar en la siguiente tabla.
Las condiciones dependen en gran medida del tipo de cliente y el importe que pide, con lo que no es posible comparar de forma perfecta las diferentes condiciones. Sin embargo, algunos bancos sí que informan. Por ejemplo, los préstamos que ofrece el Banco Santander en su nuevo plan crédito familiar, con tipos del 7,7% y plazos de hasta 8 años de amortización; podemos pedir un importe máximo de 60.000 euros.
Cofidis ofrece menos dinero, hasta 15.000 euros a devolver en 6 años, a unos tipos nominales entre el 6,95 y el 9,95%.
Importante comparar no solo tipos de interés, sino analizar el resto de características, como las comisiones o los productos vinculados que tenemos que contratar.
Préstamos hipotecarios
También en esta categoría de financiación con garantía real hay préstamos y créditos. En el caso de los créditos hipotecarios, podemos pedir una segunda disposición para pagar la reforma, asumiendo que los tipos de interés serán más altos y el plazo menor; en este caso, se pagan dos cuotas hipotecarias y hay que hacer los mismos números que para el caso de pagar una hipoteca y un préstamo personal.
Si tenemos la vivienda libre de cargas, lo que hay que buscar es una hipoteca para reforma competitiva. Si tenemos aún deuda hipotecaria pendiente, nos surgen varias posibilidades:
- Solicitar una segunda hipoteca, en segundo rango, por el importe de la reforma más los gastos de la operación. Pagaremos dos cuotas hipotecarias distintas.
- Ampliar el importe de la hipoteca actual, para pagar la reforma. Esta posibilidad tiene la ventaja de pagar una sola cuota, pero puede suponer que el banco empeore las condiciones de la nueva hipoteca, perdiendo un buen tipo de interés anterior.
- Llevarnos la hipoteca a otro banco y solicitar después una ampliación del importe, o bien que nos concedan un préstamo hipotecario nuevo por el total pendiente más la reforma (esta operación tiene muchos gastos). Solo tiene sentido si no nos empeoran las condiciones y nuestro banco no ha atendido a la petición.
Multitud de opciones para reformar la vivienda que debemos analizar con calma y atención. Os dejamos la aparición ayer en Cierre de Mercados de Intereconomía hablando de este mismo tema: