La construcción de inmuebles mediante Cooperativas de Viviendas es una forma de edificación que está de moda. Así lo demuestran los datos del Ministerio de Fomento sobre la emisión de certificados de fin de obra. En los últimos años estos certificados se han incrementado en un 31%, ascendiendo de los 214 de 2015 hasta los 281 de 2017. Además, en tan solo los primeros cinco meses de 2018 se han emitido el 40% de certificados que se emitieron en el conjunto del año anterior.
¿Pero qué son las cooperativas de viviendas, cómo se constituyen y finalmente, cómo funcionan? En términos simples este tipo de cooperativas se constituyen cuando un grupo de personas se une aportando los ahorros que tiene cada uno, eligen un órgano rector y compran un terreno. Sobre él y una vez contratan una constructora, levantan un edificio de viviendas.
Una vez constituida, la cooperativa tiene un régimen democrático por el que la asamblea de socios es el órgano máximo y está configurada por todos y cada uno de los socios.
Mediante este procedimiento los cooperativistas se convierten en empresarios promotores, algo que a su vez elimina la figura del promotor y hace desaparecer el margen de beneficio empresarial por lo que las viviendas se pueden lograr a precios más baratos.
Ventajas e inconvenientes de las cooperativas de viviendas
Las cooperativas de viviendas se han consolidado como alternativa a la compra tradicional de vivienda. Esto es debido a sus múltiples ventajas, entre las cuales se encuentra el precio. Al ser la cooperativa la que encarga la construcción directamente se puede llegar a ahorrar entre un 20% y 30% por la ausencia de intermediarios. Así, tanto los gastos de gestión, como de notaria y de registro son menores.
Por otra parte, los cooperativistas podrán construir sus viviendas a su “gusto”. Elegirán los materiales y calidades del interior mientras que se va construyendo, pero además, podrán tomar decisiones en cuanto al diseño, pudiendo cambiar la planta su vivienda añadiendo separaciones, quitando puertas e incluso ampliando estancias. Además antes de que se entregue la vivienda, el propietario recibirá ofertas de la entidad financiera que ayudó a la cooperativa a financiar la obra para obtener unas mejores condiciones en su hipoteca.
En las cooperativas de viviendas no todo son ventajas, también presentan inconvenientes. Uno de los más usuales, son plazos de entrega. Antes del comienzo de la obra, la cooperativa fija con la constructora un tiempo de realización de la obra y una fecha de entrada a los inquilinos. Sin embargo, de manera frecuente esas fechas suelen retrasarse y entregarse a los propietarios más tarde por motivos de lo más variados.
Asimismo, otro de los inconvenientes más recurrentes es el del adelantamiento del dinero. En el caso de las cooperativas, los futuros inquilinos son los mismos cooperativistas por lo que son ellos los que adelantan el dinero para comprar el suelo donde se edificarán los inmuebles y por lo tanto el desembolso inicial puede ser bastante alto.
Por último, también hay la posibilidad de que surjan imprevistos y los cooperativistas tengan que pagar más de lo presupuestado y por lo tanto se produzcan sobrecostes. Esto puede ser debido a que las viviendas sobrantes no se consigan asignar porque los socios son insuficientes o incluso que durante el transcurso de la construcción se produzcan bajas.
Las cooperativas de vivienda, ¿un sector que impulsa la creación de empleo?
En los datos de Confederación de Cooperativas de Viviendas y Rehabilitación de España (Concovi) las Cooperativas inmobiliarias produjeron un total de 27.793 puestos de trabajo durante la primera mitad del año 2017, además de generar 1.560 millones de euros procedentes del impuso de 6.253 casas. Estas cifras, junto con los aportados por el Ministerio de Fomento, no hacen sino confirmar que el modelo de cooperativas de viviendas es un modelo en auge y que poco a poco está comiendo el terreno a la compra tradicional de vivienda.
