Ser dueño de la vivienda en la que vive es la opción que sigue eligiendo la mayoría de los españoles. Bien es verdad que la crisis, que trajo consigo la incapacidad para muchos hogares de hacer frente a la hipoteca y las restricciones al crédito, provocó un incremento del número de alquileres. Según los últimos datos disponibles del INE, sin embargo, en 2015 el 77% de los hogares eran viviendas en propiedad, solo 2,6 puntos menos que en 2011. Y, el año pasado, las hipotecas repuntaron un 14% con respecto a 2015. Pero, ¿cuántos, a la hora de negociar con el banco, habrán utilizado bien todas sus bazas?
Estrategia de negociación de una hipoteca
“Antes de acudir a cualquier entidad, mi recomendación es que se utilicen las herramientas para comparar las hipotecas con el objetivo de tener una primera idea de las mejores opciones en el mercado”, afirma el economista Pau A. Monserrat. La preparación tiene que ser muy concienzuda, según este experto. Hay que elaborar un dossier en el que incluiremos las últimas nóminas, el contrato de trabajo y un historial de nuestra vida laboral, así como un currículum. El objetivo es demostrar que seremos capaces de obtener ingresos en el futuro y, por ende, de que podremos reembolsar nuestra cuota sin problemas.
El primer banco al que tendríamos que dirigirnos es la entidad en la que tenemos domiciliada la nómina o los ingresos de autónomo, porque es lógico esperar que allí conozcan mejor que nadie nuestro perfil económico. Pero entregaremos nuestro dossier también a otros dos o tres bancos que ofrezcan las mejores condiciones adaptadas a nuestras necesidades. “Mi sugerencia es que no se les diga que estamos negociando con otras entidades”, subraya el economista. “De lo contrario, puede que se tomen con calma nuestra solicitud, porque se dan cuenta de que, aunque nos den la hipoteca, igual firmamos con otro banco, y el personal de la oficina habría trabajado en balde”.
Solo cuando tengamos aprobada la hipoteca, y a la espera de la tasación (la evaluación del valor del inmueble), merece la pena comunicarle las condiciones aprobadas por las otras entidades. “Así podremos negociar mejores condiciones”, asegura. Un buen margen de maniobra en esta tarea vendrá sin duda de nuestra situación económica: “A mayores ahorros, más fuerza de negociación”, resume Monserrat. “Y, si somos funcionarios, lo vamos a tener mucho más fácil que si somos autónomos”.
Productos vinculados a la hipoteca, ¿cómo actúo?
Frente a los productos que los bancos intentan vincular con la hipoteca, Monserrat afirma que “no existe ninguna ley que nos obligue a contratarlos, ninguna”. Si el economista ve lógico que la entidad a la que pedimos un préstamo hipotecario exija que domiciliemos en su cuenta la nómina o los ingresos o que activemos una tarjeta de débito o de crédito sin comisiones, rechaza de llano entregarse a un banco que le obligue a contratar otros productos que no desea. “Además de ilegal, no es ético”, zanja. Así, aconseja acudir a expertos independientes para el seguro de hogar y de vida, “básicamente corredores de seguros”, puesto que los que proponen el banco “son malos o más caros”.
Tampoco nos ayudarán mucho en la negociación los asesores financieros de la entidad, puesto que, en palabras de Monserrat, “no son independientes y, sin independencia, no hay verdadero asesoramiento”. El experto aconseja contratar un profesional, ya sea un abogado o un economista, especializado en la materia. “No es un gasto, sino una de las mejores inversiones que una familia puede hacer”, subraya. Un economista o un abogado cobrará entre 50 y 150 euro a consulta. Por el contrario, las tarifas para un intermediario hipotecario que nos consiga una hipoteca son muy variables y oscilan, indica Monserrat, entre 1.000 y 6.000 euros por préstamo. “Un precio medio competitivo se movería alrededor de los 3.000 euros”, concluye.